Cata Bodega Altos de Inazares

El territorio como detonante de la personalidad de los vinos. Cosa que en el caso de Bodega Altos de Inazares se transforma en una singular propuesta de vinos blancos, donde uvas que normalmente no solemos encontrar en nuestra comunidad, en ninguna de las tres D. O que la ocupan, alcanzan una personalidad singular gracias a su altura, a su estructura de suelos (arcilloso calcáreos) y a las condiciones meteorológicas.

Viognier, Chardonnay, Gewürztraminer, Sauvignon Blanc y Riesling conforman la familia de uvas blancas, y Syrah y Pinot Noir la de uvas tintas. Porque la Monastrell que utilizan para algunos de sus vinos proceden de otras zonas, donde han sido elegidas parcelas que sin ser propias, el agricultor trabaja bajo al dirección de la propuesta de la bodega.

M. J. Fernández Llamas, enóloga del proyecto desde 2018, ha dirigido la cata que hemos disfrutado esta tarde de miércoles 15 de febrero.

7 vinos. 3 blancos y 4 tintos han sido los probados. Pertenecientes a la añada 2021. En su favor podemos afirmar que son vinos que merecen una conservación de un año o en algunos casos algo más, para resultar aún más redonda y limar la viveza que en estos momentos muestran. Su alta acidez los carga de vida. Y el tiempo de guarda los haría mucho más redondos,

Comenzado por Blanco de Blancas 2021, de uvas procedentes de las diversas parcelas de la finca, Las Perreras (Viognier)-El Altico (Chardonnay)- El Roal

(Gewürztraminer y Sauvignon Blanc) y El Corral (Riesling), estamos ante un vino festivo, llamativo en nariz y complejo en boca, que merece ser degustado apenas pasado por el frío, para que su potencia aromática se exponga sin complejos.

Chardonnay 2021 expresaba en este día de cata, que según los calendarios biodinámicos correspondía a día hoja, muchos aromas herbáceos.

De intensidad media, sincero, grave, con perdurabilidad pronunciada en boca.

VIOGNIER 2021 ha sido el blanco que más ha gustado, porque una vez que ha conseguido perder frío, muestra su enorme potencial aromático y la acidez positiva que tiene en vena nos hace pensar que será un vino que, con el paso del tiempo, afinará su presencia y estaremos ante uno de esos enormes vinos que está llamado a ser emblema de las posibilidades que tienen las tierras murcianas.

Resultaría muy complejo, en una cata a ciegas, poder identificar estos vinos como vinos mediterráneos de estas latitudes, pensaríamos en vinos continentales, producidos en tierras mucho más al norte, pero mucho, de Inazares. Pero el resultado es para tener muy en cuenta.

En el caso de los tintos tenemos dos mono varietales, uno de Monastrell y otro de Syrah, Mulato, una mezcla de Monastrell, Syrah y uva Viogner, que pese a su pequeña participación aporta una nota de frescor muy interesante.

Y Majarazán, ensamblaje de Monastrell, Syrah y Pinot Noir, con 12 meses de barrica vieja de roble francés y americano, gustoso y que se pasea con gracia por la boca.

Del cuarteto tinto, el SYRAH 2021 es el más emotivo y sorprendente. Profundo, con un hermoso color violeta, notas minerales de pedernal, regaliz. Un vinazo que merece crecer. Aunque ya resulta muy disfrutable.

La sesión ha servido para reivindicar territorios complicados, la cota de 1.373, el viñedo más alto de Europa, hace que podamos pensar en algunos vinos de nuestra comunidad como poseedores de un carácter tan diverso que su singularidad y producción los hacen altamente bebibles y con el deseo de que sean reconocidos. Aunque su producción, 13.000 botellas, los convierten en un deseo restringido.